sábado, 9 de abril de 2011

CHICOS LA SIGUIENTE CLASE VOY A ESTAR EN RETIRO, PERO SI HAY CLASES VA A DARLES LA CLASE UN MISIONERO VAMOS A UNIFICAR CLASES 7 Y 8, EL SIGUIENTE JUEVES 21 VAMOS A TENER LAS CLASES DE POSTRIMERIAS, EN ESTA CLASE QUIERO QUE LEAN Y SAQUEN UN RESUMEN ACERCA DE LAS POSTRIMERIAS, ES DECIR LA ENTRADA ANTERIOR PORQUE VAMOS A TENER UN COLOQUIO DEL TEMA, LUEGO ENSAYAREMOS LA OBRA.

LECCIÓN 9: POSTRIMERÍAS O REALIDADES ÚLTIMAS DEL HOMBRE

MUERTE: La Muerte, es “la separación del Alma y el Cuerpo” (CIC 1005). No obstante, esta muerte es solo un paso, ya que solo muere el cuerpo pues el Alma es eterna. La verdadera muerte, es la que San Juan llama en su Apocalipsis “segunda muerte” (Ap 20, 14) que es la condenación eterna, la muerte del alma. Sin embargo, la primera muerte es el “salario del pecado” (Rm 6, 23) y fue una maldición, hasta que vino Cristo, que con su obediencia la convirtió en bendición (Rm 5, 19-21).

Nadie ignora que ha de morir, pero el mal está en que muchos miran la muerte tan a lo lejos, que la pierden de vista. Hasta los ancianos más decrépitos y las personas más enfermizas se forjan la ilusión de que todavía han de vivir algunos años más.

¡Si verdaderamente viviéramos todos los días como si fuera el último! ¡Si hiciéramos cada acto de piedad, cada meditación, cada comunión, cada obra de caridad, como si fuera la última de nuestra existencia! ¡Cuan Santos seríamos!

Los soberbios y poderosos de la tierra que hoy la pisan con altanería y orgullo, mañana se verán sepultados bajo ella misma. Hoy no les vasta la tierra entera para satisfacer sus ambiciones… mañana tendrán suficiente con unos cuantos metros encima de ellos. ¿Para qué invertir los años y pensamientos en adquirir grandezas de este mundo? Llegará la muerte y se acabarán todas esas grandezas y todos esos planes fantásticos sobre una vida que no les pertenece.

JUICIO: Hay dos juicios: el particular y el universal. El primero inmediatamente después de la muerte; el segundo en el fin del mundo, cuando Jesús venga a “Juzgar a vivos y muertos “(Mt 25, 31-46).

Juicio Particular: “Cada hombre, después de morir, recibe en su alma inmortal su retribución eterna en el juicio particular que refiere su vida a Cristo, bien a través de una purificación (purgatorio), bien para entrar inmediatamente en la bienaventuranza (cielo), bien para condenarse inmediatamente para siempre (infierno)” (CIC1022).

Jesús “vendrá con amor para los buenos – dice san Agustín – y con terror para los malos”.

Lagrimas allí no valen, los arrepentimientos ya no aprovechan, las oraciones ya no son escuchadas, las promesas para el futuro no son admitidas, tampoco hay tiempo para hacer penitencia. El tiempo de misericordia acabó con la muerte, aquí empieza el tiempo de la justicia.

Juicio Universal: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en el Trono de la gloria, que es suyo. Todas las naciones serán llevadas a su presencia, y separará a unos de otros, al igual que el pastor, separa las ovejas de los chivos. Colocará a las ovejas a la derecha y a los chivos a su izquierda” (Mt 25, 31-33).

Será el Juicio Final, en el que será juzgada toda la humanidad, desde Adán, hasta el último hombre de la tierra y dónde se verán al descubierto los pecados de toda la humanidad (Lc 12, 2-3). Será el día de la vergüenza universal, pues "si te avergüenza declarar tu falta a un hombre, y hombre pecador, ¿qué harás en el día de la venida final, cuando todos los hombres vean al descubierto toda tu conciencia?" (San Bernardo).

Y los condenaos arderán de mas rabia, pues verán que muchos de ellos cometieron semejantes o aún menos pecados que los justos, pero no se arrepintieron y por ello no se salvarán.

INFIERNO: La existencia del infierno, es dogma de fe (verdad que debe ser creída) definida en el IV concilio de Letrán.

El infierno es un lugar de tormentos, donde sufrirán eternos suplicios los que mueren en pecado mortal (1Cor 6, 9-10). Quienes van a este lugar, llegan por autoexclusión, es decir, por “no estar arrepentidos ni acoger el amor misericordioso de Dios” (CIC 1033).

Respecto al infierno son verdades de fe: 1) que existe; 2) que hay en él pena de fuego; 3) que sus tormentos son eternos; y 4) que van a él los que mueren en pecado mortal.

LAS PENAS DEL INFIERNO SON:

1. La Pena de Daño: Es la privación de todo reposo, alegría, amor y esperanza; y en especial la privación de Dios. Es la más terrible de las penas del infierno. En efecto, nos priva para siempre de Dios, el Bien infinito para el que fuimos creados; y al privarnos de Dios nos priva de todo otro bien y felicidad.

En el preciso momento que se muere, todos contemplaremos a Dios en su belleza y grandeza. Sentiremos en ese momento la alegría más grande que se pueda experimentar. Al ver a Dios sentiremos que hemos hallado aquello que durante toda nuestra vida habíamos buscado a través del pecado: la felicidad. Para nuestra desgracia nunca la pudimos encontrar, pero allí, al contemplar a Dios cara a cara, nadie se querrá separar de Él… Sin embargo ¡Cuan doloroso será saber que por nuestra maldad seremos arrancados para siempre de Dios y arrojados lejos de Él, en el fuego eterno

2.- Pena de Sentido: Consiste en el fuego y demás tormentos que experimentarán los condenados.

PURGATORIO: “Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo… La Iglesia llama Purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta al castigo de los condenados” (CIC 1030-1031).

CIELO: San Pablo, quien según sus escritos pudo vislumbrar el Cielo, sólo puede referir que "oyó palabras que no se pueden decir: cosas que el hombre no sabría expresar… ni el ojo vio, ni el oído escuchó, ni el corazón humano puede imaginar lo que tiene Dios preparado para aquéllos que le aman" (2 Cor.12, 2-4 y 1 Cor. 2,9).

Así es el Cielo: indescriptible, inimaginable, insondable, inexplicable para el ser humano, pues somos limitados para comprender y describir lo ilimitado de Dios... y el Cielo es básicamente la presencia de Dios en forma clara, "le veremos tal cual El es" (1a. Jn. 3,2).

Clase 7, Si quieres Salvarte

Hay diferentes modos de pertenecer al mundo:

a) Apostasía, esto es abandonar la religión por la perdida de la fe y la adhesión a las sectas condenadas por la Iglesia.

b) Pertenecer de hecho al mundo, aunque se llenen algunos oficios religiosos porque se quiere vivir en pecado mortal.

c) Estar influenciados por el espíritu del mundo, aún inconscientemente y comunicar esta influencia por sus palabras, maneras y mentalidad.

Es pues, el mundo ese conjunto de personas, doctrinas y obras que bajo la dirección de Satanás se oponen al reino de Cristo y quieren arrebatarle su dominio en las almas. Es ese conjunto de falsedad, de malicia, de pecado, de corrupción y cuanto a esto conduce.

Lo que el mundo ofrece a sus secuaces:

Libertad absoluta y basada en la soberbia para pensar, para hablar, para “amar”, para gozar, para seguir sus caprichos y todos sus antojos.

Felicidad embriagante a base de toda clase de placeres, espectáculos y diversiones sin tasa ni medida, hasta la completa saciedad.

¡Pero en realidad no da ni una ni otra! ¡Da sin duda algunos cuantos ratos de placer y bienestar pero no ha dado nunca, ni dará jamás a nadie, la verdadera dicha ni felicidad!

Lo que el mundo exige:

Mucho exige a cambio de lo que ofrece.

Exige mucho dinero, mucho tiempo y muchas molestias incomparablemente mayores que las que Dios exige para el perfecto cumplimiento de su ley.

Lo que el mundo quita:

A. La salud del cuerpo, no siempre pero sí muchas veces.

B. El propio prestigio y reputación humana, gracias a sus ridiculeces, bajezas, degradaciones, descuidos vergonzosos, modas y costumbres degradantes.

C. Los goces íntimos del hogar.

D. El verdadero espíritu religioso.

E. La paz de la conciencia. Porque se intenta ahogar los gritos de la conciencia a fuerza de “distraerse” multiplicando los placeres y las diversiones pero es empeño vano e inútil porque la conciencia clama a pesar de todo.

HUMILDAD

PRÁCTICA DE LA HUMILDAD

1. Para lograr ser humildes pediremos cotidianamente el conocimiento y desprecio de nosotros mismos.

No exageraremos nuestras cualidades, talentos y virtudes, mientras permanecemos ciegos respecto a los defectos, faltas y deficiencias propias.

Hay ciertamente algún bien, algo laudable en nosotros; cuando lo advirtamos u otros nos lo hagan observar, dirijamos todo inmediatamente al Señor autor de todo bien y a María Mediadora de todas las gracias.

“¿Qué tenéis que no halláis recibido? ¿Y si lo habéis recibido por qué os enorgullecéis como si no lo hubieseis recibido?” (1 Cor. 4, 7)

No debemos negar nuestra estima al prójimo ni depreciarlo; no hay nada que nos cierre más el corazón de Dios. Debemos ser buenos y misericordiosos en nuestros juicios y comportamientos con los demás. Sepamos reconocer sus cualidades y excusar sus defectos. Debemos considerarnos como los últimos de todos, porque podemos admitir que si otros hubiesen recibido las gracias que nosotros hemos recibido, probablemente habrían hecho un mejor uso de ellas.

2. Jamás haremos algo con el fin consciente de ser vistos, aplaudidos o admirados de los hombres y menos en el ejercicio de la virtud o del apostolado. No provoquemos nunca siquiera indirectamente la alabanza o aprobación de los demás.

3. No querer ocupar el primer puesto... al contrario procuremos desaparecer, callar, dejar que hablen los demás, para así elegir siempre el último lugar, lo menor, lo más duro, lo peor, siguiendo el precepto de Jesús.

Hay una excepción merced a la cual la caridad debe ser más fuerte que la humildad y es que debemos sobreponernos a nuestra modestia, a nuestra timidez, al temor a la responsabilidad cuando se trata del apostolado; no retirarnos bajo el pretexto de incapacidad y con la secreta esperanza que nos insistan, víctimas de la vanidad.

4. Si se nos dirigen elogios injustos, no nos dejemos marear por este incienso inmerecido; recordemos que la gente del mundo maneja habitualmente el incensario del elogio movidos por aquello de “dar para recibir”.

Pero si el elogio es merecido demos gracias por las palabras de aliento, cambiemos pronto la página, no resaltemos la dificultad que superamos e interiormente dirijámonos a la Virgen: “Gracias mi buena Madre, este cumplimiento, esta florecita es para Vos, porque si tuve éxito fue por vuestra ayuda maternal”.

5. Ante las humillaciones permanezcamos tranquilos, aceptemos cristianamente esa humillación sin demostrar contrariedad, por el reinado de María. Ella triunfará en el mundo a medida que nos eclipsemos haciendo el bien.

LECCIÓN 6: PODEROSAS ARMAS PARA COMBATIR AL MUNDO

LECCIÓN 6: PODEROSAS ARMAS PARA COMBATIR AL MUNDO

Para ello procurará con toda decisión y empeño:

a. La huida de las ocasiones de pecar.

En el mundo las hay abundantísimas. Sobre todo, el alma que aspire a santificarse debe renunciar de buen grado a los espectáculos, en la mayor parte de los cuales el mundo inyecta su veneno, siembra sus errores y excita las pasiones bajas.

En ninguna otra parte como aquí tiene aplicación el oráculo del Espíritu Santo “El que ame el peligro, en él perecerá” (Eclo 3, 26).

Es aleccionador, entre muchos, el caso de Alipio – el santo y entrañable amigo de San Agustín – que, arrastrado por sus amigos, asistió a un espectáculo peligroso con la intención de demostrarles que tenía sobrada fuerza de voluntad para permanecer todo el tiempo con los ojos cerrados para no contemplar el vergonzoso torneo y acabó abriéndolos más que nadie y aplaudiendo y gritando como ninguno.

Aparte de esta razón, existe todavía la necesidad de mortificarse plenamente para alcanzar la perfecta unión con Dios. No es demasiada renuncia privarse para siempre de la mayor parte de los espectáculos y diversiones. En realidad a nada renuncia quien deja todas estas cosas por amor a Dios, pues... ¿Qué son todas las cosas terrenales en comparación de la vida eterna?

b. Avivar la fe

Animar la fe que nos da la victoria contra el mundo. “Todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo, y la victoria en que el mundo ha sido vencido es nuestra fe” (1 Jn 5, 4).

Guiados por ella (la fe) hemos de oponer a las falsas apariencias del mundo la firme adhesión del espíritu a las cosas divinas invisibles; a sus máximas perversas, las palabras de Jesucristo; a sus halagos y seducciones, las promesas eternas; a sus placeres y diversiones, la paz de nuestra alma y la serenidad de una buena conciencia; a sus burlas y persecuciones, la firmeza de los hijos de Dios; a sus escándalos y malos ejemplos, la conducta de los santos y la afirmación constante de una vida irreprochable ante Dios y ante los hombres.

c. Considerar la vanidad del mundo.

El mundo pasa velozmente “Piensen que todo lo presente pasa” (1 Cor 7, 31) y con él pasan sus placeres y concupiscencias: “El mundo y sus concupiscencias pasan” (1 Jn 2, 17a).

Nada hay estable bajo el cielo, todo se mueve y agita como el mar azotado por la tempestad. El mundo cambia continuamente sus juicios, sus afirmaciones, sus gustos y caprichos; reniega a veces de lo que antes había aplaudido con frenesí, yendo de un extremo a otro sin el menor escrúpulo o pudor, permaneciendo constante únicamente en la facilidad de la mentira y la obstinación en el mal.

Todo pasa y se desvanece como el humo. Únicamente “Dios no se muda”, como decía Santa Teresa. Y juntamente con Él permanece para siempre su Verdad: “La palabra del Señor permanece eternamente” (1 Pe 1, 25); permanece también su justicia: “Su justicia perdura para siempre” (Sal 110, 3); y asimismo permanece el que cumple su divina voluntad: “el que cumple la voluntad de Dios, permanece para siempre” (1 Jn 2, 17b).

d. Pisotear el respeto humano. La atención al “qué dirán” es una de las actitudes más viles e indignas de un cristiano y una de las más injuriosas contra Dios. Para no “disgustar” a cuatro gusanillos indecentes que viven en pecado mortal, se viola la ley de Dios y se siente rubor de mostrarse discípulo de Cristo. El divino maestro nos advierte claramente en el evangelio que negará delante de su Padre Celestial a todo aquel que le hubiere negado delante de los hombres (Mt 10, 33). Es preciso tomar una actitud franca y decidida, ante Él; “el que no está conmigo, está contra mí” (Mt 12, 30). Y San Pablo afirma de sí mismo que no será discípulo de Jesucristo si buscase agradar a los hombres (Gál 1, 10). El cristiano que quiera santificarse ha de prescindir en absoluto de lo que el mundo pueda decir o pensar. Aunque le chille el mundo entero y le llene de burlas y menosprecios, ha de seguir adelante con inquebrantable energía y decisión. Es mejor adoptar desde el primer momento una actitud del todo clara e inequívoca para que a nadie le quepa la menor duda sobre nuestros verdaderos propósitos e intenciones. El mundo nos odiará y perseguirá, nos lo advirtió el divino maestro (Jn 15, 18-20), pero si encuentra en nosotros una actitud decidida e inquebrantable, acabará dejándonos en paz, dando por perdida la partida. Sólo contra los cobardes que vacilan vuelve una y otra vez a la carga para arrastrarlos nuevamente a sus filas. El mejor medio de vencer al mundo es no ceder un solo paso, afirmando con fuerza nuestra personalidad en una actitud decidida, clara e inquebrantable de renunciar para siempre a sus máximas y vanidades. (Teología de la Perfección Cristiana por el P. Royo Marín O.P).

Que es el Mundo?

Que es el Mundo?

Este ambiente malsano se constituye y manifiesta en cuatro fórmulas principales:

a. Falsas máximas, en directa oposición a las del evangelio (bienaventuranzas Mt 5, 1-12).

El mundo exalta las riquezas, los placeres, la violencia, el fraude y el engaño, puestos al servicio del propio egoísmo.

En este ambiente se escuchan expresiones como: “somos jóvenes, hay que disfrutar de la vida”; “Dios es muy bueno y comprensivo; no por gozar y divertirnos nos vamos a condenar”; “hay que ganar dinero sea como sea”; “lo principal de todo es la salud y la larga vida”.

Y va tan lejos el mundo en la subversión de la realidad de las cosas, que un vulgar ladrón es “un hombre hábil en sus negocios”; un seductor “un hombre alegre”; una mujer con trajes indecentes y degradantes, “una que viste al día”, etc. Esta mentira llega a extenderse tanto que se invierten los significados de algunos términos, por ejemplo hoy llamamos: “Habilidad” al engaño; “arte” a la pornografía; “anticuada” a la mujer decente; “rehacer su vida” al adulterio; “Prudencia” a la cobardía; “para adultos” a espectáculos inmorales; “sabrosa conversación” a difamar y chismosear; “responsabilidad” a la comodidad o cobardía de no querer tener hijos, etc, etc.

Es muy importante no dejarnos engañar por estos conceptos falsos, y más importante aún, cristianizar nuestro lenguaje en el contexto de la verdad.

b. Burlas y persecuciones contra la vida de la piedad, los vestidos decentes y honestos, las procesiones morales que califican de ridículas y aburridas; contra las leyes santas del matrimonio que juzgan anticuadas y difíciles de practicar, contra la vida cristiana del hogar; contra la obediencia y sumisión de la juventud a la que proclaman libre para saltar sobre todos los frenos y barreras, etc.

c. Placeres y diversiones cada vez mas abundantes, refinados e inmorales: teatros, cines, baile, centros de perversión, playas y piscinas con inmoral promiscuidad de sexos; revistas, periódicos, novelas, vitrinas, modas indecentes, conversaciones torpes, chistes, morbo, frases de doble o hasta triple sentido. No se piensa ni se vive más que para la diversión a la que se le sacrifica muchas veces el descanso, la unidad familiar y muchas veces hasta lo materialmente necesario para vivir.

d. Escándalos y malos ejemplos casi continuos, hasta el punto de que es imposible salir a la calle, abrir un periódico, contemplar una vitrina u oír una conversación sin que aparezca en toda su crudeza una incitación al pecado en alguna de sus formas.

viernes, 18 de marzo de 2011

Iniciemos con Maria

A ustedes que hoy revisan por primera vez este blog, debo pedirles que iniciemos con María esta experiencia de Dios. No podemos llegar a pensar que Cristo sea celoso porque a veces exhaltamos mas a su Madre que a El. Sería contradictorio e incluso inhumano pensar que un hijo desprecie que se trate bien a la persona que le ha dado la vida, es más, a la persona que se ha mostrado "esclava", pero una esclavitud voluntaria, decidida y productiva.

Iniciar con María implica entonces "hacernos esclavos", servidores y sobre todo cercanos de Cristo. Y, no podemos decir que somos cercanos si nos olvidamos que hablar con Éll.
Exacto! han adivinado, esta es la parte en la que les recuerdo nuestro compromiso de "orar sin cesar", tal como lo pedía Nuestro Señor, tal como lo hacia María.

Hermanos, quiero invitarlos tambien a perseverar en el camino emprendido. Tengo que recordales además que ciertamente hemos visto delante de nuestros ojos un hermoso, largo, y placentero camino de rosas. Pues ahora que empezamos a caminar, nos empezarán a hincar las espinas, a doler los talones e incluso como es tan angosto el camino no habrá espacio de recostarse sino solo en el que viene al lado.
Al lado?... Sí pues repito, el camino es angosto y hay que caminar de lado, sin que ello implique que nuestro ojos dejen de ver siempre hacia adelante.

Entonces... se atreven a iniciar con María?...

Millon bendiciones...y no olviden que si tenemos a María, es porque: Quien Como Dios...que nos la ha regalado.